jueves, 30 de octubre de 2014

Hablando sobre pelos y metrosexuales

Un pelo es, según la Rae "un filamento cilíndrico, sutil, de naturaleza córnea, que nace y crece entre los poros de la piel de casi todos los mamíferos y de algunos otros animales de distinta clase". Como bien han demostrado diversas teorías científicas, le pese lo que le pese a los religiosos, el ser humano pertenece al orden de los primates y en sus orígenes era, prácticamente, un simio. Y tenía bastante pelo.


















Con el avance de los tiempos, el ser humano ha ido perdiendo, progresiva y exponencialmente su vello corporal hasta reducir sus áreas de presencia a piernas, pubis y axilas en ambos sexos y, además, rostro, pecho y brazos en el caso de los hombres. Pero todavía nos queda pelo. 
Actualmente ha surgido una corriente social, sobre todo en las ciudades, conocida como
metrosexualidad y, pese a que la RAE todavía no la haya reconocido en su diccionario, cada vez suena con más fuerza en bocas de escritores, periodistas o sociólogos. Pues bien, dicha nueva tendencia consiste en una brutal obsesión por la imagen que lleva a las personas a gastar grandes cantidades de dinero en cremas, ropa o incluso en su depilación. 
¿Alguien ha dicho depilación? Si hace unos cuántos años se llevaba el vello, y se presumía de él con orgullo y satisfacción, estas corrientes han conseguido en muy poco tiempo generar en prácticamente toda la sociedad una actitud de odio hacia todo pelo corporal y hacia todo aquel que, "todavía en los tiempos que corren", no se depila. Y he aquí el quid de la cuestión porque, del mismo modo que es lícito depilarse por su parte, lo es no hacerlo por la mía. Y esto es lo que nuestra sociedad, le pese a quien le pese no comprende, la libertad de cada individuo de obrar en consecuencia de sus pensamientos. En resumidas cuentas, el porqué de no depilarnos corre de nuestra cosecha propia, pero el porqué de los demás ante nuestra decisión está totalmente fuera de lugar.
Irrupción de la metrosexualidad en la sociedad
Como sociedad que ha ido evolucionando con el tiempo(o eso se supone), hemos ido desarrollándonos, creando todo tipo de bienes que garantizasen nuestra seguridad y nuestro confort como por ejemplo las zapatillas o la ropa, combatiendo fervientemente el ciclo de la evolución humana. Y tenemos más de lo mismo si hablamos de lo que sucede con el caso de los pelos, con los que de manera innecesaria, pretendemos acabar antes de hora cuando la genética, queridos amigos, no ha venido precisamente de viaje de negocios. Los pelos de nuestras axilas sirven para evitar el crecimiento de bacterias que emiten olores, los de nuestras cejas para evitar el sudor y la caída de este desde la frente y los pelos de el pecho y áreas genitales para indicar nuestra madurez sexual, por lo que,  no acaba de parecer un acto de total sentido común depilarse, independientemente de las cuestiones estéticas o de imitación social que aduzcan al sujeto en cuestión a depilarse.
Hace unos años, la excusa del "yo me depilo por higiene" no existía y, lo propio era hacer todo lo contrario. Vivimos en una sociedad fuertemente golpeada por las modas y las tendencias socioculturales que nos hacen variar nuestra opinión radicalmente, sin plantearnos el porqué de este cambio. Somos seres que tienden a la imitación y , como tales y, en muchas ocasiones para ahorrarnos el tener que pensar por nosotros mismos copiamos lo que hacen los demás. Con un poco de personalidad propia y de criterio, esta sociedad en la que vivimos sería un lugar mejor, más justo y más digno.
"Las modas son legítimas en las cosas menores, como el vestido. En el pensamiento y el arte son abominables"- Ernesto Sábato, escritor argentino(1911-2011)
"La autoridad de la moda es tal, que nos obliga a ser ridículos para no parecerlo"- Joseph Sanial-Dubai, escritor francés.






Os dejo con esta viñeta del gran Forges en la que se puede apreciar cómo la moda influye en la sociedad creando seres carentes de sentimiento y haciendo que el ego de los diseñadores vuele por las nubes. Asimismo, nos muestra cómo la moda, en ocasiones haga que grandes ignorantes alcancen la fama, menospreciando a uno de los grandes economistas de la historia como es Karl Marx y a cualquier otra celebridad considerándose ellos el centro del universo.
Como culmen a esta entrada, permitidme recomendaros este monólogo del cómico español Leo Harlem sobre los metrosexuales que, además de no tener desperdicio, no os dejará indiferentes.
Leo Harlem- Metrosexuales(monólogo)

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