Acontecimientos recientes como la muerte de un seguidor del Deportivo de la Coruña a manos de aficionados del Atlético de Madrid han vuelto a desatar un debate global en nuestro país, que habíamos dejado apartado cual trapo. La violencia está, queramos o no, presente en todos los estadios de fútbol en el mundo. Generalmente viene propiciada a causa de los "ultras", esto es, los sectores más radicales de un equipo, que, en diversas ocasiones acaban generando violentas batallas campales con seguidores de otros equipos o lanzando objetos que llegan a causar incluso daños físicos y muertes en jugadores, árbitros, seguidores, equipo técnico...
Pero lo que yo vengo a plantear ya no es cuestión de ultras, es cuestión de valores. Lo que quiero plantear es una cuestión ya de respeto, de dignidad humana, de educación y de tolerancia. Es indecente que en el siglo XXI, en plena revolución tecnológica y electrónica, se estén dejando de lado los valores y esté primando, por encima de todo, una pasión(si es que se puede llamar así) prácticamente enfermiza de personas que, sin darse cuenta están anteponiendo un juego como el fútbol a sus propias vidas, y a las de otros seres humanos. Instituciones como la LPF(Liga Profesional de Fútbol) prefieren mirar para otro lado y seguir disfrutando de los millonarios beneficios económicos que este ESPECTÁCULO proporciona, mientras acallan críticas con tímidas medidas antiviolencia. Por desgracia, sean como sean los aficionados, generan dinero y empleos, y por esto se hace muy laborioso eliminar los elementos violentos de los terrenos de juego. Además, algunos clubes apoyan a estos radicales que, en muchas ocasiones, mezclan el fútbol con la política, porque son los que más viven el espectáculo y los que más animan el estado de ánimo de los jugadores en los partidos.
Lo más triste de todo es pensar que los principales perjudicados de los gritos, insultos y peleas en los estadios son los niños, inocentes criaturas que, como si fuesen esponjas, absorben todos los actos de sus mayores y los toman como referencia. Sin darnos cuenta estamos haciendo que nuestros hijos sean violentos en potencia, y se conviertan en los principales encargados de que estas conductas continúen dándose en el futuro en todos los estadios del mundo. Podemos tomar todas las medidas que queramos, pero si no nos esforzamos por eliminar la homofobia, la xenofobia, el racismo y el odio de nuestros campos, nunca lograremos acabar con la grave crisis de valores y de principios que sufre la humanidad por un deporte creado para unir y divertir como el fútbol.
No es cuestión de buscar responsables, es cuestión de actuar. Quizás seamos los países "desarrollados" los que debamos tomar ejemplo de aquellos que no lo están tanto como nosotros.
"La violencia es el último recurso del incompetente"- Isaac Asimov, escritor y bioquímico norteamericano.Os dejo con este clásico de la lucha pacifista y de los movimientos hippies de la segunda mitad del siglo XX, IMAGINE- JOHN LENNON
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